ABSTENCIÓN ACTIVA EN LAS PRÓXIMAS ELECCIONES

Porque nadie debería votar para demostrar con ello que no necesitamos ni queremos su representación paternalista.

Porque sabemos valernos por nosotrs mismxs a pesar de sus botas en nuestros cuellos.

Pero no proponemos una abstención tiradxs en el sofá fumándonos un cuete mientras vemos la tele, ni la abstención que despotrica en un bar mientras se bebe una cerveza.

Proponemos la abstención sumada a la demostración de nuestra rabia mediante el rechazo al consumo, el absentismo laboral, los boicots sean del tipo que sean, la huelga, la organización por barrios o afinidades, el robo, el destrozo, la ruptura y el fuego contra todo lo que nos machaca cada día.

Porque estamos muy enfadadxs y no tenemos miedo

Porque luchamos por nuestra autonomía.

Porque nos negamos a segir enriqueciendo a quien nos pisa.

Porque nos negamos a parir mano de obra barata.

Porque tenemos sangre en las venas, amamos la vida y odiamos profundamente a todo lo que nos la limita.

Porque estamos disfrutando al demostrarlo.

Y no vamos a parar

15 dias en agosto




¿Es esto lo que ustedes llaman vivir?

Levantarse con la aurora. A buen paso, o aprovechando algún medio de locomoción rápido, ir al traba-jo. Es decir, recluirse en un local más o menos espacio-so, más o menos privado de aire. Sentado delante de una máquina, teclear sin descanso para transcribir cartas de las que no se compilaría ni la mitad si fueran escritas a mano. O fabricar, accionando algún instrumento mecánico, objetos siempre iguales. O no alejarse nunca de un motor para vigilar su funcionamiento. O, en fin, mecánica y automáticamente, recto frente a un telar, repetir continuamente los mismos gestos, los mismos movimientos. Y esto por horas y horas, sin variar, sin distraerse, sin cambiar de atmósfera ¡Todos los días!
¿Es esto lo que ustedes llaman “vivir”?
¡Producir! ¡Producir más! ¡Producir siempre! Como ayer, como antes de ayer. Como mañana, si no nos sorprende la enfermedad o la muerte ¿Producir? Cosas que parecen inútiles, pero de las que no es lícito discutir la superficialidad. Objetos complicados de los que no se tiene sino una parte en la mano, y quizá una parte ínfima. Objetos de los cuales se ignora el conjunto de las fases que atraviesa su fabricación ¿Producir? Sin conocer el destino del propio producto. Sin poder negarse a producir para quien no nos agrada, sin poder dar prueba de la más pequeña iniciativa individual. Producir: ahora, rápido. Ser un instrumento de producción que se estimula, se aguijonea, se sobrecarga, que se extenúa hasta el completo agotamiento ¿Eso es lo que ustedes llaman “vivir”?
Partir de mañana a la caza de una jugosa clientela. Perseguir, engatusar al “buen cliente”. Saltar al auto, del auto al colectivo, del colectivo al tren. Rendir cincuenta visitas por jornada. Desangrarse para sobrevaluar la propia mercancía y devaluar la ajena. Volver tarde, sobreexcitado, harto, inquieto, hacer infelices a los que nos rodean, estar privado de toda vida interior, de todo arranque hacia una mejor humanidad.
¿Y es eso lo que ustedes llaman “vivir”?
Secarse entre las cuatro paredes de una celda. Sentir lo desconocido de un futuro que nos separa de los nuestros, los que sentimos nuestros al menos, por afecto o por haber compartido riesgos juntos. Tener, si se está condenado, la sensación de que nuestra propia vida huye, que no hay nada más que podamos hacer para determinarla. Y esto por meses, años enteros. No poder luchar más. No ser más que un número, un juguete, un harapo, una cosa matriculada, vigilada, espiada, explotada. Todo en medida mucho mayor a la pena fijada en relación al delito.
¿Y es eso lo que ustedes llaman “vivir”?
Vestir un uniforme. Por uno, dos, tres años, repetir incesantemente el acto de matar hombres. En la exuberancia de la juventud, en plena explosión de virilidad, recluirse en inmensos edificios donde se entra y se sale a horas fijas. Consumir, pasear, despertarse, dormir, hacer todo y nada a horas establecidas. Y todo eso para aprender a manejar instrumentos capaces de quitar la vida a individuos desconocidos. Para prepararse a caer muerto un día por un proyectil que viene de lejos, disparado por alguien también desconocido. Entrenarse para morir, o producir la muerte. Ser instrumento, autómata en las manos de privilegiados, poderosos, monopolistas, acaparadores porque no se es privilegiado, ni poderoso ni dueño de hombres.
¿Es eso lo que ustedes llaman “vivir”?
No poder aprender, ni amar, ni estar en soledad, ni derrochar el tiempo a gusto propio. Tener que estar encerrado cuando el sol brilla y las flores emborrachan el aire con sus efluvios. No poder ir hacia el trópico cuando la nieve golpea las ventanas, o hacia el norte cuando el calor se hace tórrido y la hierba se reseca en los campos. Encontrar delante de sí, siempre y donde sea, leyes, fronteras, morales, convenciones, reglas, jueces, oficinas, cárceles, hombres en uniforme que mantienen y protegen un orden de cosas mortificante.
¿Y es eso lo que ustedes llaman “vivir”? ¿Ustedes, enamorados de la “vida intensa”, aduladores del “progreso”, todos ustedes, los que empujan las ruedas del carro de la “civilización”? Yo llamo a eso vegetar. L o l l a m o m o r i r.

Emile Armand



Aracely Victoria Romo Alvarez
5 de Noviembre de 1988

Aracely Victoria Romo Álvarez, nace un 13 de marzo de 1962, en una humilde población del sur de Santiago. Es hija de padres comprometidos con la causa popular; su padre un obrero mueblista y su madre una obrera tejedora, formaba parte de una alegre y numerosa familia.
A ella le gustaba mucho aprender y leer, además de esto era una persona sociable, alegre, jovial y de gran curiosidad, por lo que era muy querida por los que la rodeaban. Crece en dictadura, desde niña se destaca por su capacidad para organizar y contar con una aguda visión crítica de la realidad que afectaba a sus vecinos y a su familia, situación que aportó a su sensibilización y a tomar conciencia de clase.
Gracias a su forma de ser, Aracely comienza desde muy temprana edad en la organización social asumiendo un compromiso profundo y radical hacia la causa revolucionaria, por una sociedad con igualdad social y justicia plena.
En su andar por las comunidades cristianas, se encuentra con Pablo Vergara en reiteradas convivencias, posteriormente, se vuelven a juntar en dos veraneos en San Sebastián alrededor del año 1980 los cuales serán sumamente significativos ya que de ahí en adelante sus vidas estarían unidas por la convicción de la necesidad de una nueva sociedad.
En ese mismo año, al igual que ella, su madre también entra a formar parte del Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, compartiendo entre ellas lazos más allá de lo sanguíneo.
En ese andar se integra al grupo cultural “Amuley” y luego impulsó la “ACEJU”, en el año 1980 se embarca en la formación del CODEM (Comité de Defensa de la Mujer) junto a su madre, Marta, y otras mujeres de distintos sectores de Santiago. Ya a sus 17 años participa activamente en la formación de la Coordinadora Caro-Ochagavía, formando parte del ejecutivo. Estando al frente de la coordinadora hasta octubre de 1983.
Ese año, ya su hija había nacido y tenía apenas un año de edad. Su figura frágil, delgada, su paso largo, su sonrisa cálida y su pelo negro largo y sedoso quedaron grabados en los pasajes y calles de la Población Lo Valledor Sur, en la toma de la Bandera, en la asamblea o en el mitin.
El año 1983, a principios de las primeras protestas, Aracely decide enfrentar a tiempo completo y frontal, la lucha contra la dictadura. Eran tiempos duros, en donde muchos la recuerdan recorriendo a pie las poblaciones, preparando la protesta, caminando con su hija a la cadera camino a un punto. La represión estaba cada vez pisándole los talones, allanan su casa una noche en que no se encuentra. Y es ahí cuando se comienza a preparar su salida del país en el año 1985.
Producto de la represión que estaba acechando a las organizaciones revolucionarias que estaban insertas en la zona sur de Santiago, Aracely decide dejar el país y viaja junto a su hija a Mendoza. Durante ese período ella asume el compromiso más profundo y más generoso aún, entra a la lucha frontal contra la tiranía de tiempo completo, decide emprender un ambicioso proyecto que significaba preparación. La situación esta difícil también en Mendoza, y continuamente tenía que cambiar de domicilio, los aparatos de seguridad operaban indistintamente en casi toda América Latina. La escuela de las Américas estaba funcionando.
Debido a esta elección, ella viaja a Argentina esta vez sin su hija dejándola al cuidado de sus abuelos, decisión profundamente dolorosa, pero necesaria para el futuro de su niña y el de todos.
Desde ahí en adelante, comienza el período más duro, intenso, generoso y hermoso a la vez, nuevamente se encuentra con Pablo esta vez en Cuba en una escuela político-militar llamado “Punto Cero”. Allí se destaca como combatiente acerada y disciplinada.
Se encuentran nuevamente en Chile, Temuco.
Aracely Romo, luchadora, dirigente, combatiente ejemplar, de espíritu indomable, de fortaleza y osadía, muere un día 5 de noviembre de 1988, bajo una “explosión” cercana a una torre de energía eléctrica en el cerro Ñielol junto a Pablo Vergara Toledo. La prensa difunde que murieron al colocar una bomba, los grupos de Derechos Humanos evidenciaron numerosas incoherencias en la versión oficial: Las piernas de Aracely no mostraban lesiones de bomba pero desde la cintura para arriba no quedaba nada del cuerpo, lo cual es imposible suponiendo que el artefacto explotara mientras ella estaba agachada manipulándolo; Aracely vestía zapatos de tacón, impropios para una misión así; las cédulas de identidad estaban intactas pese a que los cuerpos estaban destrozados; La fecha de sus muertes deja claro que la dictadura no terminaba con el plebiscito y que hoy vivimos bajo una democracia tutelada y para los dueños del poder y la riqueza.